El Salario Mínimo Interprofesional es uno de los puntos más importantes que ha habido en el acuerdo de gobierno que llevó a Sánchez a la presidencia. Los cambios que se han dado (y que se siguen dando) en el SMI en los últimos años han sido superlativos, y seguirán siéndolo. Por ello, hoy, te contamos todo lo que debes saber sobre el Salario Mínimo Interprofesional.
Eso sí, ten en cuenta que este pretende ser un artículo escrito desde el conocimiento económico y que trata de aportar la información de la forma más aséptica posible. Si buscas información tendenciosa o con algún interés político, creo que te vamos a decepcionar. Si lo que quieres es entender bien qué es el Salario Mínimo Interprofesional, entonces sí estás en el lugar adecuado.
El Salario Mínimo Interprofesional es el salario mínimo por ley. Es decir, por debajo de lo que se ha establecido como Salario Mínimo Interprofesional nadie puede pagar legalmente, independientemente del sector en el que esté o del puesto que ocupe. Es un mínimo: sólo cabe pagar más que esa cantidad, no menos.
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El salario mínimo (el dinero que, efectivamente, cobras a final de mes) puede variar dependiendo del tipo de contrato. Así, el salario mínimo diario es de 32,17€, siendo el mínimo mensual de 965€.
El mínimo anual, por tanto, es de 13.510€. El sueldo para los empleados del hogar es de 7,55 €/hora y el de los eventuales y los temporeros de 45,70€ por jornada legal en la actividad.
Debes entender que el salario mínimo interprofesional no es un salario que aparezca en función de parámetros o factores cuantificables ni medibles.
Es un salario que fija el gobierno con criterios puramente políticos, en función de las relaciones de fuerza entre las distintas fuerzas políticas y las expectativas de conseguir votos que tengan.
Por tanto, decir que el Salario Mínimo Interprofesional “se calcula” es un error. No se calcula. Es el que se dicta desde el gobierno y ya está. Lo más cercano que alguna vez ha estado el SMI a un criterio de mercado (o, al menos, objetivo) es la variación conforme al IPC, de forma que el SMI crecía al mismo ritmo que el IPC.
Sin embargo, más allá de eso, el SMI es una cifra que se fija de forma totalmente política.
Depende. Si el convenio colectivo estuviese por encima del nuevo SMI (tras la subida), no debería afectarle. Sencillamente, el SMI sería uno y el convenio colectivo tendría un sueldo mínimo mayor, tal y como sucedía anteriormente. En este sentido, no habría ningún cambio.
Sin embargo, si el SMI pasa a ser mayor que el sueldo mínimo por convenio colectivo, entonces éste sí debería aumentar, porque el nuevo mínimo pasaría a ser el del SMI.
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El SMI es una de esas medidas que despiertan controversias y cuyas consecuencias no están totalmente claras desde la ciencia económica. Se asume que un SMI por encima de la productividad de la economía del país destruye empleo, pero, claro, calcular la productividad del país no siempre es fácil y, además, es algo altamente politizable.
Por ejemplo, la productividad del país se calcula sobre la población que trabaja. Es decir, que si aumentas el SMI y ciertas empresas no pueden pagar a sus trabajadores y despiden a algunos de ellos, éstos dejan de computarse a la hora de calcular la productividad del país. Por lo tanto, al destruir empleo, la productividad aumenta, y, por tanto, el SMI es viable.
Lógicamente, esto es un argumento un tanto tramposo, porque estamos dejando fuera del cálculo a aquellas personas que querrían trabajar, pero no pueden a raíz de la subida del SMI que hemos llevado a cabo. Es por ello que muchos economistas prefieren no prestar atención a ese tipo de métricas, porque no las consideran realistas o válidas para lo que se pretende estudiar.
En su lugar, prefieren tener una visión más “apegada a la realidad”, aunque no sea tan académica a primera vista, y asumen que, si se encarece el precio de contratación de una persona, esa persona tiene menos probabilidad de ser contratada (igual que, si aumentan el precio de los tomates, disminuye la probabilidad de ser comprados, porque son de más difícil acceso).
Esto puede conducir a que haya más paro. Y aquí hay que entender algo: la cantidad de puestos de trabajo que se destruyen con la subida del SMI son muy pocos, porque son muy pocas las personas que cobran el SMI y que, por tanto, estarían en riesgo de quedarse en paro si éste subiera.
El problema no son esas personas que están en el margen de ser suficientemente rentables como para ser contratados o no, sino todas aquellas personas que están por debajo de ese margen. Es decir, todas esas personas que están en paro.
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Lógicamente, si no hubiese SMI, esas personas podrían ser contratadas por un sueldo mucho menor. Cuando aumentamos el SMI, lo que provocamos es que esas personas tengan más difícil conseguir un trabajo.
Así que, aunque no es el único factor que interviene en la tasa de paro, lo cierto es que existe cierto consenso en que un SMI demasiado elevado sí conduce a una mayor tasa de paro, porque imposibilita a los menos productivos acceder a un puesto laboral. Además, los más perjudicados son los sectores menos productivos desde el punto de vista económico: mujeres, inmigrantes y jóvenes.
Como puedes ver, el Salario Mínimo Interprofesional no es más que el salario mínimo que establece la ley para que cualquier persona pueda trabajar. Es decir, por debajo de ese salario, nadie puede trabajar.
Esperamos que, con la información que hemos dado en este artículo, haya quedado todo claro y se te hayan resuelto todas las dudas que tuvieras.
