La preservación del medio ambiente es, o al menos debería ser, uno de los asuntos de mayor prioridad a nivel global. Una de las soluciones más efectivas para afrontar este grave problema es la concienciación y educación medioambiental. ¿Hablamos de cómo las ciudades ecológicas pueden ayudarnos a combatir las amenazas medioambientales?
A menudo se habla de la peligrosidad de la contaminación pero, a la hora de la verdad, muchos ciudadanos desconocen las medidas necesarias para reducirla y, por ende, mitigar sus efectos.
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Los pequeños detalles marcan la diferencia, y todos los ciudadanos podríamos contribuir a hacer del planeta un lugar más seguro a través de pequeñas acciones. Aquí van unas cuantas, ¡no te las pierdas!
Los vehículos generan grandes emisiones de CO2, por lo que lo idóneo para la atmósfera es utilizarlos lo menos posible. Opta por la bici o el transporte público para reducir estas emisiones. Las ciudades ecológicas son aquellas que consiguen modificar los hábitos de movilidad de sus habitantes.
A veces no queda más remedio que desplazarte en tu propio vehículo. En estas ocasiones, comparte el coche y no solo estarás ahorrando dinero, sino que, además, estarás contribuyendo a mejorar la calidad del aire y a hacer tu ciudad mucho más ecológica.
Como hemos dicho, a veces es necesario coger el coche. Cuando lo hagas, asegúrate de no frenar y acelerar bruscamente. Así, emitirás menos CO2 y, además, aumentará el rendimiento del combustible.
La calefacción es la mayor fuente de emisiones de CO2 a nivel individual. Por ello, es fundamental que cada ciudadano haga un uso eficiente y responsable de la misma cuando esté en casa.
No deseches el aceite por el fregadero, por ejemplo, pues es altamente contaminante para el agua y dificulta considerablemente la reutilización de este valioso recurso.
De esta manera, te asegurarás de que ningún objeto sólido se cuele por el desagüe, evitando así atascos que podrían dificultar la labor de las plantas de tratamiento de aguas residuales.
Una gran cantidad de este material va a parar al mar, donde se descompone en fragmentos tóxicos casi invisibles que son ingeridos por las especies del medio marítimo que serán, más adelante, producto de consumo para los ciudadanos. ¡Olvídate de los plásticos y opta por alternativas más ecológicas y sostenibles!
Aquel que tiene un jardín tiene la posibilidad de reducir la contaminación atmosférica por exceso de dióxido de carbono. Los árboles son fuentes de absorción de este gas y, por ende, «limpian» el aire que nos rodea. ¡No te lo pienses y da un poco de vida a tu jardín!
Muchos productos tienen una vida útil prácticamente predeterminada, y en cada fase del proceso de fabricación se emite una gran cantidad de contaminantes. La solución ante esto se denomina economía circular, y consiste en reparar los artículos con el fin de reducir las emisiones de fases previas. Así, tendrás un producto útil de manera más sostenible… ¡y más barata!
Como ves, seguir un estilo de vida respetuoso y concienciado con el medioambiente cuesta muy poco y sirve de mucho para conseguir ciudades ecológicas que mejoren nuestra calidad de vida y del aire que respiramos. ¿A qué esperas para empezar a practicarlo?
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