En los primeros días del mes de febrero de 2023, se dio una imagen curiosa y prácticamente inédita. En la misma sede del Banco de España, frente a la icónica Fuente de Cibeles, en pleno corazón de Madrid, una cola daba la vuelta a la institución, con temperaturas por debajo de cero y en medio de una de las mayores inflaciones de los últimos 40 años.
El motivo era claro: ser una de las primeras personas en comprar deuda pública española. Este furor por los bonos del Tesoro llama la atención, al tiempo que es consecuencia directa de las políticas de los Bancos centrales para frenar la escalada descontrolada de los precios. Pero, ¿sabes a qué se debe este interés repentino por la deuda pública? A continuación, te explicamos todos los detalles.
En 2022, prácticamente todos los índices bursátiles del mundo cayeron y, en algunos casos, como el S&P 500, a niveles cercanos al 20%. Ante esta incertidumbre en los mercados bursátiles, buena parte de los analistas avanzaron en diciembre que el 2023 sería el año de la renta fija, apoyados sobre todo en la subida de tipos que el BCE estaba llevando a cabo para frenar la inflación.
Esta política monetaria ha tenido su incidencia directa en la deuda pública española. La rentabilidad de las letras emitidas por el Tesoro Público en España llevaba siendo negativa desde 2016, pero en mayo del año pasado se dio la vuelta por primera vez, y las letras a 12 meses comenzaban a dar una ligera rentabilidad (hasta el 0,089%).
Desde entonces, y después de cuatro subidas consecutivas de los tipos de interés por parte del BCE, la rentabilidad de la deuda pública española se ha disparado: en diciembre, el total de letras en circulación se pagaba a una media de 0,728%.
Esta media irá subiendo conforme vayan amortizando los títulos emitidos el año pasado. Las letras a 12 meses emitidas en enero se pagaban ya al 2,98%, y las de tres meses al 2,198%, una rentabilidad que no se veía desde 2012.
Parte del aprendizaje de los últimos años en lo que a renta fija se refiere es que la renta fija no siempre es tan segura como lo que reza en su propia denominación. En los últimos seis años, nos hemos acostumbrado a convivir con tipos de interés negativos, que han tenido su impacto en el euríbor, el principal indicador hipotecario.
En esta coyuntura, ningún activo era ciertamente seguro, y los inversores más conservadores se han tenido que acostumbrar a sufrir pérdidas por sus inversiones.
La clave de estos dos últimos años ha sido, sin duda, la inflación. Los altos niveles de los precios presentes en todo el mundo ha llevado a los principales bancos centrales a aumentar sus tipos de interés a niveles inéditos en los últimos 15 años.
En Estados Unidos, la Reserva Federal inició el año 2022 con los tipos de interés en una horquilla de entre el 0 y el 0,25% y lo ha terminado en niveles del 4,25 y el 4,5%. En Europa, el Banco Central Europeo también ha decidido arrancar el año con el tipo de depósito en el -0,50% y lo ha terminado con el tipo en el 2% y el de refinanciación, en el 2,5%.
Y esto, como no podía ser de otra manera, ha tenido un fuerte impacto en las valoraciones del mercado de bonos, con una caída de sus precios bastante importante. Sin ir más lejos, el bund alemán, que representa la opción más segura, terminó el año pasado con una caída cercana al 20%. Y si afecta de esta manera al bono alemán, también al resto de activos, especialmente el high yield.
Esto es precisamente lo que ha pasado con la deuda pública española. Las rentabilidades de la última subasta han sido:
Estas rentabilidades representan caídas importantes en los precios de estos activos (los niveles de rentabilidad más altos desde el año 2012), y una buena noticia para los ahorradores, especialmente aquellos más conservadores.
Además, en Europa, en Europa, el crédito ya ofrece rentabilidades cercanas al 4% y el high yield se aproxima al 8%, por lo que las opciones son más que atractivas, especialmente si se comparan con otras alternativas de inversión más arriesgadas, como la renta variable.
La pregunta lógica ante este escenario es: y ahora, ¿qué? La inflación continúa en niveles bastante elevados, de manera que parece lógico que los bancos centrales continúen con su actual política monetaria, subiendo tipos de interés y frenando la expansión monetaria que nos había acompañado los últimos diez años, al menos hasta que la inflación esté controlada.
Este escenario abre nuevas posibilidades de inversión para los inversores más conservadores también este año, ya que la renta fija continuará siendo una opción atractiva durante este año, especialmente teniendo en cuenta la pérdida de poder adquisitivo de mantener dinero en efectivo. La liquidez ha pasado de costar dinero a remunerar prácticamente un 2%.
Con estas perspectivas sobre la mesa, no es de extrañar que el interés por la deuda pública haya aumentado hasta niveles de hace unos años. Y el futuro puede ser más que favorable a la renta fija, especialmente si los niveles de inflación continúan siendo elevados y los bancos centrales continúan su política monetaria restrictiva. Solo el tiempo lo dirá.