En los últimos tiempos nos hemos hartado de ver en los telediarios noticias sobre el Gran Apagón. Hablamos de un supuesto evento en el que nos quedaríamos sin luz eléctrica durante algunos periodos de tiempo, con una especie de racionamiento de la electricidad, debido a los altos precios que tienen las materias primas para producirla.
Pero, ¿realmente nos enfrentamos a un escenario como ese o hay demasiado sensacionalismo?
En el artículo de hoy, evaluamos cuál es la situación del mercado eléctrico y cuáles son los riesgos reales de que se produzca un Gran Apagón como el que se está pregonando. Y es que, como de costumbre, si queremos buscar información realista y que nos aporte seguridad, lo primero que debemos hacer es apagar la televisión.
El Gran Apagón es un supuesto evento en el que, por cualquier motivo, Europa se quedaría sin electricidad. Toda Europa. Al mismo tiempo. Según Klaudia Tanner, la ministra de Defensa austríaca, esto tiene una probabilidad del 100% de ocurrir en los próximos 5 años. Es decir, hay voces serias alertando de ello. Y, además, tenemos precedentes. En enero de 2021, debido a un fallo en una subestación croata, casi nos quedamos sin electricidad en toda Europa.
De hecho, fue a raíz de ese evento que Austria se puso las pilas y se planteó hacer previsiones de posibles situaciones poco probables (pero que podrían darse) y cómo respondería el sistema austríaco y el sistema europeo en general. Y las conclusiones fueron que estamos vendidos ante casi cualquier evento imprevisto.
Lo cierto es que, pese a que nos parezca una noticia nueva (y pese a que el ministro de Red Eléctrica de España diga que no hay ningún riesgo), el riesgo de que el sistema eléctrico colapse lleva mucho tiempo sobre la mesa. Tanto austriacos, como suizos, como estadounidenses tienen planes para saber cómo actuar si el sistema eléctrico colapsa. Porque es algo que podría suceder por muchos motivos(tormentas solares, ciberterrorismo…).
España, como decimos, se lo toma con su tranquilidad habitual. “Podemos descartar de nuestro horizonte de preocupaciones un gran apagón”. Algo no muy tranquilizador si recordamos que también podíamos descartar de nuestro horizonte de preocupaciones que el coronavirus se extendiese por España. Así que, nuestra recomendación desde aquí es tener siempre comida no perecedera en la despensa, linternas, velas y pilas. Mal no te van a hacer.
Deja que te cuente algo que sucedió en la primera guerra mundial entre Francia y Alemania. Alemania había estado desarrollando su red de ferrocarriles de una forma muy caótica, sin ninguna planificación. En cambio, Francia había desarrollado su red de ferrocarriles de forma planificada, haciendo que casi todas las vías pasasen por París. Es decir, Alemania tenía una estructura descentralizada, mientras que Francia la tenía centralizada.
¿Qué sucedió? Que bastaron un par de bombas en París para que todo el sistema de ferrocarriles franceses colapsara. En cambio, en Alemania, si los ferrocarriles no podían ir por un lado, podían ir por otro. Ojo, hay que darse cuenta de algo fundamental aquí: la estructura de Alemania estaba menos optimizada y era más ineficiente. Así había sido durante muchos años. Pero, en una situación como una guerra, esas redundancias fueron positivas.
Nassim Taleb llama a eso robustez (o, si en lugar de seguir funcionando, funciona mejor, antifragilidad). En cambio, Taleb diría que el sistema de ferrocarriles francés era frágil. Y sucede que Taleb, hoy en día, también diría que nuestro sistema eléctrico (y todo el sistema económico en general) es frágil.
El riesgo de un Gran Apagón al que nos enfrentamos es el mismo riesgo al que se enfrentaban los ferrocarriles franceses.
Tenemos externalizado casi todo lo que tiene que ver con la electricidad. Además, en la distribución de la misma, tenemos algunos puntos críticos que, si fallan, hacen que toda la red se quede sin energía. Esto está muy bien a nivel económico cuando todo va bien, pero te hace muy frágil ante cualquier pequeño acontecimiento no esperado.
Esa hiperoptimización puede costarnos cara. Por ello, deberíamos apostar por sistemas más redundantes, tanto en lo que a la generación de energía se refiere como a su distribución. Puede que no sea tan eficiente económicamente, pero nos protegerá ante cualquier imprevisto. Porque, si ese imprevisto te deja sin electricidad, tu economía colapsa (piensa lo que significa pasar dos días sin electricidad… ¡el caos!).
Lo primero que tienes que entender es que puede que el Gran Apagón no suceda jamás. Las medidas que hay que tomar son de prevención. De estar preparados por si llegase a suceder. Pero no tienes que vivir con miedo al mismo porque, quizá, jamás suceda.
Ahora bien, debes ser previsor. ¿Cómo serlo? Pues bien: tienes que tener recursos para sobrevivir en el caso de que no haya electricidad durante unos cuantos días.
Esto implica tener comida no perecedera en la despensa, puesto que, si falla la electricidad, es muy probable que las vías de suministros sufran y no haya comida en los supermercados.
Asimismo, necesitarás algún camping-gas para cocinar, puesto que no habrá electricidad para encender tu vitrocerámica. También necesitarás algunas velas o linternas para iluminarte por la noche, y una buena cantidad de pilas para los utensilios que las necesiten.
Por otro lado, será muy inteligente contar, también, con pequeñas placas solares para mantener con electricidad algunos pequeños utensilios, como el móvil. También baterías externas cargadas y, si vives en una casa, un generador eléctrico con gasolina (y, por supuesto, gasolina). Si hay un gran apagón, con esto estarás bastante protegido hasta que se restaure la normalidad.
En resumen, el Gran Apagón es una amenaza latente por nuestra dependencia de los recursos energéticos de terceros países, pero lo cierto es que, pese a ello, es poco probable que suframos un Gran Apagón. Tenemos muchas balas que quemar antes de que algo así suceda, de modo que no te preocupes antes de tiempo. Sé precavido, pero no paranoico.