La identidad digital, también conocida como identidad 2.0, es el conjunto de información que hay disponible sobre nosotros en internet: datos personales, imágenes, noticias, redes sociales… Es decir, todos los contenidos e interacciones que realizamos en línea y que componen la imagen que los demás tienen en la red sobre nosotros.Aunque nosotros mismos no publiquemos una determinada información, quizá tecleando nuestro nombre en cualquier buscador conocido, pueden aparecer en internet: resultados de exámenes públicos, sanciones publicadas en el BOE, blogs, videos o comentarios en redes sociales.Los datos de nuestra vida e identidad que son públicos en internet y en el entorno digital es abrumadora y pueden, o no, coincidir con los datos que conforman nuestra identidad analógica, es decir, con quien somos fuera de la red.La gran exposición que tenemos ante los demás en internet, abre un nuevo debate sobre la necesidad de informar a los ciudadanos de los riesgos que conlleva la comunicación mediante un dispositivo conectado, pues, aunque hay generaciones que son ya nativas digitales (es decir, que han crecido utilizando diariamente esta tecnología), hay otras personas y grupos poblacionales que no tienen a su disposición las herramientas para gestionar adecuadamente sus conexiones online.
Nuestra identidad digital está formada, entre otros, por estos elementos:
Como te imaginas, el rastro online de nuestra identidad digital es bastante grande.
Hay una gran brecha entre aquellas personas que conocen y saben utilizar los recursos que la red pone a nuestra disposición y entre aquellos grupos que o bien no tienen acceso a las nuevas tecnologías o bien no saben utilizarlas correctamente.Esta diferencia es cada día más abismal en lo que se refiere al acceso a la información, a la educación, a los bienes y servicios de las empresas, a la búsqueda de empleo, tratamiento con las administraciones públicas y muchos otros aspectos de nuestra vida que se van digitalizando.La brecha digital, que es como se conoce a esta diferencia entre el acceso o no a la tecnología, puede provocar exclusión social, por ejemplo, al no poder gestionar un documento digital, hacer trámites con la administración electrónica, etc. Es por ello por lo que la gestión de la identidad digital está en la mesa de debate en la actualidad, buscando que cualquier ciudadano tenga acceso y sepa utilizar correctamente estos servicios y funcionalidades.Una persona puede tener una o varias identidades digitales, dependiendo de cómo gestione y utilice las herramientas a su disposición. Hay multitud de herramientas a través de las cuales pueden construirse dichas identidades: blogs, portales de noticias páginas web, redes sociales y correo electrónico, principalmente.Hay autores, estudiosos de la materia, como Wood y Smith, que definen la identidad digital como la construcción personal y social que plasmamos en la red de nosotros mismos y que conjuga tanto quien creemos ser, como el cómo queremos que los demás nos perciban, además de cómo nos perciben de por sí.
A golpe de buscador podemos encontrar información de prácticamente cualquier lugar, persona, empresa o servicio. Las páginas web dedicadas a comparar entre empresas y servicios, a la descripción y opinión de terceros sobre cualquier cosa o producto, crecen cada día más.Todos, hoy en día, buscamos información para formar una imagen mental de lo que vamos a encontrar, ya sea eligiendo el hotel al que vamos a ir de vacaciones, el piso en el que vamos a vivir o incluso la persona a la que queremos contratar.Es por ello por lo que toma muchísima importancia el hecho de ser críticos con la información que encontramos en internet y ser conscientes de que tanto la buena, como la mala reputación pueden construirse únicamente online y no tener por qué ser representativa de la realidad.Ser consciente de los datos que recibimos y los que enviamos a la red es fundamental para mantener una relación sana con nuestra o nuestras identidades digitales.La privacidad se convierte en un punto clave para la gestión correcta de la identidad digital. La multitud de datos personales e información privada que compartimos en internet: correo electrónico, teléfono personal, opiniones, creencias, etc pueden ser contraproducentes si no se gestionan de manera correcta, pues son accesibles a cualquier persona en cualquier lugar del mundo.
Proteger la identidad digital no es complejo, pero requiere de cierto mantenimiento para no tener un disgusto que venga, por ejemplo, de un malware, phishing o incluso un robo de identidad.Así, debemos utilizar contraseñas seguras y nunca utilizar la misma para todos los sitios que visitemos. Tampoco debemos utilizar redes wifi que no sean seguras, es decir, aquellas abiertas porque no tengan una encriptación compleja (y que nos ofrecen pocas garantías).Si poseemos un certificado o una firma digitales, debemos protegerla para que no se utilice ilícitamente. Esta es una de las maneras más seguras que tenemos de identificarnos en internet. De hecho, las administraciones públicas utilizan este requisito para el acceso a la mayoría de los trámites. Activar la doble identificación o autentificación de doble factor, es otro punto que suma a la seguridad de nuestra identidad digital.Asegurarnos de tener las aplicaciones y software que utilizamos actualizado constantemente, pues la mayoría de las actualizaciones corrigen brechas o resquicios por los que un ciberdelincuente podía introducirse.Aunque quizá el punto más importante para gestionar nuestra identidad digital, sacarle provecho y mantenerla de forma segura es la formación en nuevas tecnologías y utilizar estas con sentido común.