Con el precio de la electricidad escalando hasta límites insospechados, a los ciudadanos nos han surgido multitud de preguntas que nunca nos habíamos hecho. Una de ellas es… ¿Cómo se hace la subasta de electricidad? ¿Y por qué es tan sumamente cara? ¿Cómo puede variar tanto el precio de la electricidad? ¿Por qué no invertimos más en renovables? En fin, preguntas varias para tratar de comprender por qué nuestra factura ha subido tanto.
Así que, en el artículo de hoy, vamos a responder a algunas de estas preguntas, porque muchas de ellas guardan relación entre sí y se responden de forma colateral al contestar la pregunta de cómo se lleva a cabo la subasta de electricidad. Después de entender cómo funciona, entenderás mucho mejor por qué las renovables no son tan buena idea (al menos, por sí solas) y por qué sí es buena idea invertir en centrales nucleares. ¡Vamos!
Antes de empezar, nos vendrá bien un poco de contexto. Lo primero que hay que entender es que el mercado eléctrico español es un mercado liberalizado, pero mal liberalizado, lo que significa que los precios no son regulados por el gobierno, sino que flotan libremente, expuestos a lo que se conoce como la subasta de energía. Eso, en teoría. En la práctica, no funciona de forma tan libre.
Cuando una empresa eléctrica genera electricidad, tiene dos opciones para venderla. La primera es venderla de forma directa a comercializadoras y la segunda es subastar esa electricidad en el pool eléctrico. Esta segunda opción es la más frecuente y la que más dudas genera en la población, porque no sigue un patrón de oferta y demanda típico de cualquier otro bien.
Pues, en resumidas cuentas, lo que hacen las empresas generadoras de luz que ofrecen a la subasta eléctrica ofrecen toda su electricidad al mercado a un precio determinado, que no es dependiente de la oferta y de la demanda del momento, sino de la demanda estimada que habrá al día siguiente. Las comercializadoras, por su parte, deben comprar de ese pool la cantidad necesaria para hacer frente a la demanda que esperan tener al día siguiente.
Es la organización OMIE la que se encarga de organizar el mercado eléctrico en este sentido. Aglutina a todas las empresas generadoras de luz más baratas y cubre toda la demanda posible de las comercializadoras con los precios más bajos que encuentra en dicha subasta. Es importante entender esto, la OMIE siempre elige la energía que distribuye a las comercializadoras desde los precios más baratos hasta los más caros.
Pero aquí aparece la primera paradoja de este sistema. Resulta que la OMIE prioriza la luz más barata, pero, al mismo tiempo, todas las empresas generadoras deben cobrar lo mismo por el precio de la luz. ¿Qué implica esto? Pues que el precio al que se paga toda la electricidad es el precio de aquella empresa generadora última que haya sido necesaria para cubrir la demanda del día siguiente.
Vamos a hacerlo con unos números sencillos: Imagina que hay cuatro empresas generadoras (A, B, C y D), con cuatro costes de producción y de subasta y cuatro producciones distintas. Digamos que A vende su electricidad a 1 y produce 100, B a 2 y 200, C a 3 y 300 y D a 4 y 400 (naturalmente, es una simplificación, pero te ayudará a comprenderlo).
Ahora, asumamos que la electricidad necesaria para el día siguiente se estima que sea de 650 unidades. ¿Qué sucede? Pues que acudimos primero a A y compramos toda su electricidad a 1. Después, a B. Después a C… ¡Y aún nos falta un poco! Así que compramos las 50 unidades que nos faltan a D. Pero el precio de la electricidad de D es de 4. Así que las otras 600 unidades también tenemos que pagarlas a 4, aunque valiesen 1, 2 o 3 respectivamente.
Esta paradoja en el sistema de subasta eléctrica es un problema, porque implica que el precio más caro es el que acaba estableciéndose como precio total de la luz. Sin embargo, el tema del precio sólo es uno de los problemas que tiene el sistema de subasta de electricidad. Existen muchos otros. Y, por supuesto, existen alternativas a este sistema de gestión económica de la electricidad.
Pues lo cierto es que sí que hay alternativas. Aunque menos de las que uno podría imaginar. Y es que el mercado eléctrico es muy particular, porque la demanda varía constantemente y la electricidad es algo que no se puede almacenar (esperemos que, próximamente, Elon Musk nos traiga baterías realmente funcionales que solucionen este problema).
Sea como sea, las claves para mejorar el funcionamiento de la subasta eléctrica pasan por una gran cantidad de aspectos que no nos hemos detenido a explicar en el apartado anterior (porque son muy técnicos). Un buen resumen sería: Para el particular, la mejor alternativa será comprar la energía directamente a una empresa comercializadora que no pase por subasta eléctrica. Para la sociedad, convendría hacer que el sistema esté realmente liberalizado.
Y es que, aunque al principio del artículo dijimos que el mercado eléctrico español está liberalizado, lo cierto es que el sistema que se utiliza en las subastas eléctricas tiene demasiados elementos oligopolísticos que impiden una correcta fijación de los precios de forma que sea beneficiosa para los consumidores.
Como puedes ver, la subasta de electricidad es un tema complejo. Es por ello que los políticos no deberían hacer discursitos ni dar soluciones simples, porque las medidas simples para problemas complejos conducen a resultados nefastos. En cualquier caso, esperamos haberte ayudado a comprender cómo se hace la subasta de electricidad y cómo afecta a otros aspectos clave de la producción de electricidad (y a su precio).