Una línea de crédito (o cuenta de crédito) es un producto financiero dirigido a particulares, autónomos o empresas que necesitan financiación.En este artículo te explicaremos cómo funciona, en qué se diferencia de un préstamo convencional y a quién va dirigida. Además, te daremos nuestra opinión y algunos consejos para que hagas un buen uso del endeudamiento.
A diferencia de un préstamo, en el que el banco te transfiere una cantidad concreta de dinero, por ejemplo, 20.000 euros, y tú lo devuelves junto con sus correspondientes intereses, las líneas de crédito son mucho más flexibles.Su funcionamiento es muy parecido al de una tarjeta de crédito. El banco pone a tu disposición un importe de dinero durante un período concreto de tiempo, por ejemplo, un año, y tú puedes utilizarlo (en su totalidad o solo una parte) según lo vayas necesitando.Por ejemplo, si el banco te concede una línea de crédito de 8.000 euros durante un año, durante ese tiempo podrás usar ese saldo extra a tu antojo según tus necesidades: 500 euros el primer mes (quedarían 7.500 sin utilizar), 3.000 euros el siguiente (quedan 4.500), el tercer mes devuelves 2.000 (quedan 6.500)…
La flexibilidad de las líneas de crédito es mucho mayor que la de los préstamos. La gran diferencia es que no tienes que usar todo el dinero a la vez, sino que puedes hacerlo poco a poco, y solo pagarás intereses por el dinero que finalmente utilices.Ese interés a pagar suele ser diario, por lo que pagas en función del número de días que dispongas del dinero. También suele pagarse un interés más pequeño (o comisión) por la cantidad de dinero que no llega a utilizarse.Las líneas de crédito suelen usarse para solucionar un problema de liquidez inmediata, por ejemplo, si hay que hacer frente a un gasto pero no se conoce con exactitud cuál será su importe, o si no sabe cuánto tardaremos en tener efectivo.
En la mayoría de los casos, losautónomos y las pequeñas empresas son el cliente ideal de este producto financiero. Estos las usan cuando tienen problemas puntuales de cash o cuando necesitan una inyección de liquidez para hacer frente a una serie de pagos.En la pasada crisis, las pólizas de crédito se volvieron habituales en muchas pymes, que las utilizaban para poder afrontar el pago de las nóminas de sus empleados en tanto recibían los ingresos por las ventas de sus productos y servicios.
Pues como en todo lo que tiene que ver con la deuda, la respuesta es “depende”. Si la usas de forma puntual para cubrir un gasto inesperado en un momento en el que no tienes liquidez, puede ser una opción interesante.Sin embargo, como forma habitual de financiación para particulares, autónomos o pymes no es la mejor alternativa. Como siempre nos gusta recordar, hay que evitar la deuda en la medida de lo posible. Primero ahorrar, luego gastar; nunca al revés.¿Sigues teniendo dudas? Dispáralas en los comentarios y estaremos encantados de resolverlas.
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