Resulta curioso que todo el mundo conozca el significado de la palabra “hipoteca” pero que pocos conozcan el de “pignoración”. La realidad es que ambos términos están estrechamente relacionados y, en esencia, son más parecidos de lo que creemos. Aunque el término es poco frecuente, cuando leas su significado entenderás su importancia. La pignoración consiste en dar o dejar algo en prenda como una forma adicional de garantía ante el pago de una deuda. Cuando hablamos de hipotecas, el inmueble es la garantía de pago; mientras que con la pignoración, la prenda es una cosa mueble, susceptible de ser comprada o vendida.
Esta fórmula es muy utilizada en el mundo de la banca para la concesión de determinados préstamos en los que no está del todo claro que el prestatario en potencia sea capaz de devolver el dinero prestado. Con la pignoración, todas las partes ganan: el banco se asegura de que recuperará su dinero y el prestatario consigue acceder al préstamo. Para el acreedor, en nuestro caso, el banco, el bien pignorado queda bajo su control y, ante el incumplimiento de su obligación por parte de la persona que cede la prenda, este podrá, además de iniciar los procedimientos judiciales pertinentes, solicitar su ejecución vendiéndola en subasta pública. De esta forma recuperaría su dinero. La persona que se endeuda y pignora alguno de sus bienes también obtiene ventajas con esta fórmula, ya que puede acceder a préstamos y créditos que de otra manera serían inaccesibles. Además, los préstamos de este tipo suelen tener un tipo de interés más atractivo.
La diferencia principal entre pignoración e hipoteca es que, al pignorar, el bien pasa a manos del prestamista, por lo que durante el tiempo que dure el préstamo, la persona que lo deja en prenda no podrá hacer uso de él. Este es, a su vez, el gran inconveniente de esta fórmula de financiación.Si, por ejemplo, alguien contrata un préstamo pignorando su vehículo, tendrá que “dejarlo en prenda” al banco, que se encargará de su custodia física, y no hacer uso de él hasta que devuelva la totalidad de la deuda junto con sus correspondientes intereses.También se pueden pignorar casas, unas acciones, fondos de inversión, joyas, cuadros, depósitos, seguros... ¡incluso una herencia! En definitiva, cualquier bien mueble o inmueble que pueda ser comprado o vendido con valor. Los planes de pensiones, sin embargo, son una excepción y no son pignorables.
La pignoración es una forma poco convencional de acceder a un préstamo. Sus costes son muy bajos y eso podría servir de imán para muchas personas que necesiten financiación. Sin embargo, lo cierto es que sólo podemos recomendarte esta fórmula cuando no tengas otras alternativas.Al pignorar, no solo te privas de usar el bien durante un tiempo determinado, lo cual de por sí ya es un gran contratiempo, sino que además te expones a un riesgo real de perder ese bien. De no existir ese riesgo lo más probable es que el banco no te hubiese exigido una prenda, sino que te hubiese ofertado un préstamo convencional.
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