Una casa pasiva es una casa cuya construcción ha buscado, desde el primer momento, minimizar el consumo energético. De esta forma, gracias a diferentes tipos de desarrollos arquitectónicos orientados a tal fin, se puede conseguir que el consumo energético de dicha vivienda sea hasta un 90% inferior al de una casa normal. ¡90%! Espectacular, ¿verdad?
En los siguientes apartados, te explicaremos en detalle en qué consiste una vivienda como esta, qué se necesita para construirla, cuáles son esos elementos arquitectónicos y de diseño que permiten conseguir semejante ahorro de energía, de qué aspectos tradicionales podemos prescindir y cuáles hay que incluir, etc. Pero, no nos adelantemos: Vamos a verlo todo en los siguientes apartados.
Como hemos dicho, una casa pasiva es una casa que está construida teniendo en cuenta el objetivo de gastar la menor cantidad posible de energía cuando esté terminada. De esta forma, todo el desarrollo va enfocado a un fin concreto, lo cual afecta a su estructura, a la forma de construirla y a los elementos que se utilizan.
Por supuesto, este tipo de casas se han puesto de moda desde que el medio ambiente y su cuidado se han puesto también de moda. Pero, por supuesto, también se han puesto de moda porque estamos viendo cómo, con el paso del tiempo, los costes en electricidad y calefacción no hacen más que subir. Siendo así, tener una casa pasiva nos protege de la inflación de dichos precios.
Ahora bien, ¿qué elementos conforman una casa pasiva? ¿Qué se tiene en cuenta durante su construcción para lograr que la casa sea casi completamente independiente de cosas tales como la calefacción o la luz eléctrica? Eso es lo que vamos a ver a continuación, detallando los diferentes elementos que forman parte de la construcción de este tipo de viviendas.
En primer lugar, estas casas tienen un gran aislamiento térmico. Se utilizan materiales que en sí mismos son aislantes térmicos de baja transmitancia, de forma que el calor no escapa del interior de la vivienda en invierno, ni entra el calor de fuera en verano. Este aislamiento se coloca en los muros, en los cerramientos y en las cubiertas.
En segundo lugar, se construye evitando la construcción de puentes térmicos. Los puentes térmicos son puntos de la estructura a través de los cuales se pierde calor. A través de termografías, se puede detectar dónde se encuentran estos puntos. Corregir estos puentes térmicos es fundamental para conseguir una casa pasiva que no pierda calor en invierno.
En tercer lugar, hay que prestar especial atención a las puertas y las ventanas. Y es que, en cualquier casa, es por aquí por donde más calor se va en invierno y más calor entre en verano. Por ello, al construir una casa pasiva se recurre al triple acristalamiento, a las bajas transmitancias y la orientación adecuada, aprovechando al máximo el sol para caldear la vivienda en invierno.
En cuarto lugar, se recurre a la hermeticidad, buscando la máxima estanqueidad de la vivienda para evitar que el calor se escape en invierno. Esto tiene que ver con los aislamientos que comentamos anteriormente, pero también incluye otros aspectos, como el evitar que haya pequeños huecos que estén impidiendo dicha estanqueidad.
En quinto lugar, se utiliza una ventilación con recuperación de calor. Esto se logra con un sistema llamado de Ventilación Mecánica Controlada, que permite ventilar la vivienda manteniendo entre el 80 y el 90% del calor que hay en el interior de la vivienda. De este modo, se evita tener que abrir las ventanas para ventilar (aunque nunca está de más ventilar al modo tradicional de vez en cuando).
En sexto lugar, se utilizan sistemas verdes de generación de electricidad y calor. Porque, por supuesto, lo anterior puede ser suficiente para que la vivienda se mantenga caldeada en invierno, pero… ¿Y qué hay de la luz eléctrica y del agua caliente? Para esto, se recurre a los paneles fotovoltaicos y a los sistemas de aerotermia, que permiten alcanzar la independencia eléctrica y térmica.
En realidad, este último punto no es algo propio de las casas pasiva. Es decir, sin él, tu casa también puede seguir siendo una casa pasiva. Pero, puesto que este tipo de casas se construyen con cierto interés en mejorar la sostenibilidad del planeta, y los sistemas de generación de energía renovable ayudan a lograrlo, se complementan muy bien.
No cualquier casa que siga las anteriores recomendaciones de construcción son casas pasivas. Para ser una casa pasiva, hay que cumplir con unos ciertos requerimientos una vez se ha terminado la construcción. Estos requerimientos son los que establece el estándar PassivHauss, que es mucho más exigente que el Código Técnico de la Edificación.
El estándar PassivHauss existe que la demanda para calentar o refrigerar la vivienda sea menor o igual a 15kWh/m2 al año y que la hermeticidad sea de 0,6 renovaciones/horas (n50 menor). Si tu vivienda cumple con estos criterios, tu vivienda es una casa pasiva y te está permitiendo ahorrar hasta un 90% en calefacción y refrigeración de la misma.
Si, además, cuentas con paneles fotovoltaicos y un sistema de aerotermia que te permita disfrutar de agua caliente y electricidad, tienes una casa 100% independiente, en la que no se requiere ningún tipo de energía externa. Así, tienes garantizado que tu vivienda no está contribuyendo al calentamiento global (y te aseguras de estar ahorrando dinero).
Como puedes ver, una casa pasiva es un sueño hecho realidad, porque nos permite reducir enormemente la cantidad de energía que necesitamos en nuestro día a día. Por supuesto, el desembolso inicial es importante, porque hay que construir la casa desde cero y seguir ciertas guías y protocolos. Pero, una vez se tiene la casa, el ahorro es enorme y continuo.