Las tarjetas de crédito son un gran producto. Un producto que puede ofrecernos mucha comodidad en gran cantidad de situaciones (aunque también puede suponernos una ruina si no somos suficientemente precavidos). La cuestión es que estas tarjetas suelen tener asociadas unas comisiones no pequeñas. Y es lógico preguntarse… ¿Se pueden evitar las comisiones de las tarjetas de crédito?
Esa es la pregunta que vamos a tratar de resolver hoy. En los siguientes apartados te contamos en qué casos se puede y en qué casos no y cuáles son las principales prácticas que deberías llevar a cabo para poder tener una tarjeta de crédito que te ofrezca lo máximo posible positivo con lo mínimo posible negativo… ¡Aunque sea difícil!
Hablemos, primero, de las comisiones visibles. Es decir, las obvias y evidentes. Algunos bancos te ofrecen su tarjeta sin ningún problema, pero te cobran una comisión por el uso que hagas de ella o, incluso, una comisión de mantenimiento (es decir, que tienes que pagar incluso sin darle uso). Estas son las tarjetas de crédito con comisiones visibles y evidentes. No son las más frecuentes, pero existen.
Evidentemente, estas comisiones no vas a poder evitarlas. Son las que son y tú sabrás si estás dispuesto a pagarlas por disponer de la tarjeta de crédito que te ofrecen. En este sentido, la única alternativa es cambiar de banco para no tener que hacer frente a dicho coste. Y, la verdad, vale la pena hacerlo, porque pagar por una tarjeta no es necesario hoy en día. Ahora bien… ¡Cuidado al hacer el cambio! Porque, como veremos a continuación, algunas tarjetas tienen comisiones ocultas.
Las tarjetas que hemos mencionado anteriormente existen, pero no son las más frecuentes. Las más frecuentes son aquellas que te ofrecen la posibilidad de pagar a crédito sin ningún coste asociado ni ningún coste de mantenimiento asociado a la tarjeta. Sin embargo, para poder tener esa tarjeta, tienes que cumplir algunas condiciones, como domiciliar la nómina o tener un saldo medio de 2000 euros.
En estos casos, lo que hacen los bancos es cobrar comisiones por esos productos adicionales que estás obligado a contratar para poder disponer de la tarjeta. Por ejemplo, no te aplican la cuota de mantenimiento a la tarjeta, pero sí a la cuenta. El resultado es el mismo que en el caso anterior, sólo que con el inconveniente adicional de estar cumpliendo unos requisitos que quizá ni siquiera te interesen.
¡Claro que sí! Pero tienes que elegir bien el banco al que te cambias, para que no te cobren comisiones ni evidentes ni ocultas. En este sentido, lo mejor que puedes hacer es acudir a algún banco que tenga buenas referencias, como ING o alguno de los neobancos que tan de moda están últimamente. Este tipo de bancos destacan por cobrar muy pocas o ninguna comisión a sus clientes.
¿Cómo lo logran? Pues, fundamentalmente, teniendo muy poca o ninguna estructura física. No tienen sucursales como los grandes bancos y, por tanto, no necesitan gastar dinero en alquileres de oficinas ni semejantes. Por tanto, además, todas sus comunicaciones son online, lo que abarata aún más todos sus costes. Todo ello conduce a que puedan reducir las comisiones que cobran a sus clientes.
Es por ello que estos bancos normalmente no cobran comisiones de ningún tipo, ni directas y claras ni ocultas y veladas. Eso sí, quizá sí te exijan algo, como tener un mínimo de dinero en tu cuenta o domiciliar tu nómina. Sin embargo, puesto que no te van a cobrar comisiones de ningún tipo, es una buena idea hacerlo. De hecho, si tienes una cuenta con un banco tradicional, te saldrá muy a cuenta cambiarte de banco (no sólo por la tarjeta).
En general, si te han cobrado comisiones, lo normal es que en tu contrato pusiera que iban a cobrártelas. Por lo tanto, aunque las reclames, es probable que no te las devuelvan. Siempre puedes intentarlo, porque, si lo haces, a veces, al banco le compensa más devolverte ese dinero que tenerte molestando continuamente (tienen miedo a los clientes pesados). Pero, en general, lo normal es que no te las devuelvan, porque tú aceptaste esas condiciones.
Existen algunas comisiones exageradamente altas que rozan la usura y, por lo tanto, no se pueden aplicar por ley. Si te aplican alguna de ellas, sí puedes reclamar. Pero es algo muy infrecuente. También es posible que te cobren alguna comisión que no te notificaron en el contrato. En ese caso, también puedes reclamar. Sin embargo, de nuevo, no es algo habitual. Así que la mayoría de las comisiones no son reclamables.
Como puedes ver, hay ciertas comisiones que no te pueden cobrar (y que, si te las cobran, puedes reclamar). Otras no podrás evitarlas. Y otras (la mayoría) no podrás evitarlas siempre y cuando sigas estando con tu entidad bancaria actual, pero sí podrás evitarlas si te cambias a otra donde esa comisión no exista. Y, la verdad, esta última es la opción más eficaz si quieres que tu tarjeta de crédito sólo te ofrezca cosas positivas.