La inflación fue, sin duda, el acontecimiento económico de 2022. El fin oficioso de la pandemia, la crisis de suministros y, sobre todo, la guerra entre Rusia y Ucrania, fueron los principales factores que provocaron un aumento de precios sin precedentes en los últimos 40 años, tanto en la Unión Europea como en, general, en toda la OCDE.
Sin embargo, en los últimos meses, se ha venido observando una notable desaceleración en la tasa de inflación en algunos lugares del mundo, motivado por las decisiones de los bancos centrales, fundamentalmente el BCE y la Reserva Federal. ¿Es posible que la inflación haya tocado techo? En este artículo, exploraremos esta pregunta y sus implicaciones en la economía global.
En el conjunto de la Unión Europea (UE) la inflación cerró 2022 en el 10,4%, frente al 11,1% que alcanzó en noviembre, según datos de Eurostat. Esta tasa constituye el valor más alto de los últimos 35 años.
El caso de España fue algo mejor, al cerrar 2022 con una inflación media del 8,4%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), alcanzando su máximo en julio, con un 10,8%.
Esto llevó al BCE a subir los tipos de interés por primera vez en quince años. En diciembre de 2022, la principal autoridad monetaria europea fijó el tipo de interés de las operaciones principales de financiación en el 2,50%; los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito al 2,75%; y de la facilidad de depósito aumentarán hasta el 2,00 %.
Pero, ¿se puede decir que la inflación ha tocado ya techo? Pues, al menos si se tienen en cuenta las previsiones de los principales organismos nacionales e internacionales, sí.
Sin ir más lejos, la Comisión Europea revisó en febrero de 2023 ligeramente sus previsiones de inflación a la baja en comparación con las del otoño, debido principalmente a la evolución del mercado de la energía.
En concreto, este organismo prevé que la inflación global disminuya del 9,2 % en 2022 al 6,4 % en 2023 y al 2,8 % en 2024 en la UE.
Algo similar observa el Banco Central Europeo, que pronostica un nivel de inflación del 6,3% en 2023, con las expectativas de que la inflación descienda de forma acusada a lo largo de este año. Posteriormente, se proyecta que la inflación será, en promedio, del 3,4 % en 2024 y del 2,3 % en 2025.
Algunas instituciones van en la misma línea. Funcas pronostica una caída en el nivel general de precios del 4,1% en 2023. Pero el retroceso de la inflación se afianzará en 2024, con un crecimiento del deflactor del consumo del 3,5% –superando todavía el objetivo del BCE– y del 3,2% en términos de deflactor del PIB.
Por tanto, todo apunta a que, durante los próximos dos años, la inflación se encuentre controlada, y en niveles más acordes al objetivo del Banco Central Europeo que, recordemos, se encuentra en el 2%.
A pesar de que la incertidumbre continúa siendo la tónica general en el mundo, los riesgos para el crecimiento económico están, en general, equilibrados. La demanda interna podría resultar superior a lo previsto si las recientes bajadas de los precios mayoristas del gas se notaran más en los precios de consumo y el consumo aguantara mejor.
No obstante, según el propio análisis de la Comisión Europea, no puede descartarse una posible reversión de esta bajada en el contexto de las continuas tensiones geopolíticas. La demanda externa también podría ser más sólida tras la reapertura de China, por lo que esto podría alimentar de nuevo la inflación mundial.
En cualquier caso, el repunte de la inflación dependerá de los precios y de la evolución de los mercados de la energía. Los riesgos alcistas en el nivel general de precio pueden ser especialmente significativos en 2024, ya que las presiones sobre los precios pueden resultar más amplias y más arraigadas de lo previsto si la subida de los salarios se estabilizara en tasas superiores a la media durante un período sostenido.
A todo ello hay que sumar que la inflación subyacente (es decir, la que se obtiene descontando los precios de la energía y de los alimentos frescos), continúa su ascenso, aunque en niveles mucho más suavizados que en los últimos meses.
Sin embargo, en enero de 2023, alcanzó el nivel más alto de los últimos 40 años, lo que puede ser un indicador de que la inflación, lejos de haber iniciado su descenso consolidado, seguirá dando que hablar en los próximos meses.
En definitiva, la inflación continuará siendo un tema importante en la economía global, también en 2023 y 2024, pero puede que esté mostrando señales de agotamiento en algunas zonas, como Europa o Estados Unidos.
Y si bien es difícil predecir el futuro, todo apunta a que ya ha tocado techo, sobre todo porque los bancos centrales ya han comenzado a reducir su política monetaria.
Sin embargo, hay que prestar atención a algunos eventos, como los precios de la energía o el transcurso de la guerra entre Rusia y Ucrania, que seguirá teniendo efectos en la economía mundial. Y si la demanda crece en algunas zonas, sobre todo en China, puede que tenga incidencia también sobre la inflación a nivel mundial.
En cualquier caso, como consumidores y ciudadanos, es importante estar informados y conscientes de los posibles efectos de la inflación en nuestra economía y en nuestras vidas.