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¿Qué es la Agenda 2030 y por qué es tan importante?

21/1/2022
¿Qué es la Agenda 2030 y por qué es tan importante? | Vivus.es
Autor
Aurelio Jiménez

En los últimos tiempos no hacemos más que escuchar hablar de la Agenda 2030. Sin embargo, nadie nos explica con detalle en qué consiste esta agenda que, aparentemente, guía las políticas de gran cantidad de países sin que nadie haya votado por ello.

Con este artículo resolveremos este problema. Vamos a explicarte qué es la Agenda 2030 y por qué es tan importante como para tenerla todo el día en el candelero y que todos los políticos hablen de ella.

Ya te adelantamos que se trata de una agenda que pretende cambiar nuestro estilo de vida de cabo a rabo con el supuesto objetivo de mejorar la situación de los más desfavorecidos y de salvar el planeta. Esto es lo que se nos vende. Pero… ¿En qué consisten las medidas concretas de esta agenda? De eso, hablamos en los siguientes apartados.

¿Qué es la Agenda 2030?

La Agenda 2030 es un plan de Desarrollo Sostenible que nace desde la Organización de las Naciones Unidas. Esta agenda nace en el año 2015. Años atrás, en el 2000, se habían establecidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el año 2015. Y, cuando se llegó a 2015, se creó un nuevo plan hasta 2030, que es en el que estamos insertos actualmente.

Este plan busca que los países que componen la ONU alcancen 169 metas diferentes, en diferentes áreas sociales (17 en total). En principio, este acuerdo debe guiar las políticas de todos los países para conseguir alcanzar estas metas, de forma que el mundo sea más sostenible tanto en materia medioambiental como social.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

Como decíamos, la Agenda 2030 se compone de 169 metas, pero éstas están incluidas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Estos Objetivos de Desarrollo Sostenible son los siguientes: poner fin a la pobreza; acabar con el hambre en el mundo; mejorar los sistemas de salud y bienestar; mejorar el acceso a la educación de calidad; mejorar la igualdad de género; mejorar el acceso al agua potable y a medidas sanitarias.

Además de los anteriores, también encontramos la transición hacia energías renovables; la mejora en las condiciones laborales y el crecimiento económico; las mejoras en industria e innovación; la reducción de todo tipo de desigualdades; la creación de ciudades sostenibles; la producción y el consumo responsable; el cuidado del medio ambiente; el cuidado de la vida submarina; el de la vida terrestre; la paz; y las alianzas para lograr estos objetivos.

Como te ves, es una carta a los reyes magos. Por supuesto, dentro de cada apartado hay una serie de metas más razonables y concretas que se pueden (y deben, en teoría) alcanzar. Pero, en cualquier caso, son objetivos muy genéricos y que, dependiendo de cómo los midas, se cumplirán o no. Y eso, cuando haya voluntad de cumplirlos, que de eso hablamos en el siguiente apartado.

La realidad: no se va a cumplir

La Agenda 2030 no se va a cumplir en la mayor parte del planeta. Occidente sí que la cumplirá, porque es quien más está por este tipo de cosas y quien dejó de jugar a la política internacional para presentarse como el chico bueno y sensato que todas elogian pero ninguna quiere.

China y Rusia, contentas de que Occidente juegue a ello, porque les permite crecer mientras ellos hacen el bobo. África y Latinoamérica harán lo que puedan, que ya es bastante.

La realidad es que China no tiene intención de dejarse guiar por estos mandatos. Puede que apoye la Agenda 2030, pero porque sabe que es papel mojado y que, si la incumple, no le va a pasar nada. Así que puede que la apoye y que vea cómo otros se esfuerzan por conseguir los objetivos, mientras ella sigue desarrollándose como estima oportuno y sigue expandiendo su área de influencia por el sur de Asia.

¿Y qué nos espera a los occidentales?

A nosotros, que vivimos en Occidente, nos esperan años de legislaciones lesivas para nuestros intereses inmediatos con el pretexto de que hay que cumplir la Agenda 2030. Medidas que suenan muy bien a los burócratas y a los periodistas, que vienen de buenos barrios de grandes ciudades, pero que afectan muy negativamente al hombre común y corriente.

Por ejemplo, algunas de estas medidas se logran penalizando los combustibles más contaminantes y bonificando la adquisición de soluciones renovables. El caso más evidente es el de los coches. ¿Qué pasa? Que quien usa un coche contaminante es el pobre y el que se puede permitir un coche eléctrico es el que tiene dinero. Es decir, van a encarecer la vida del pobre para que el rico tenga bonificaciones y cumplir unos objetivos que nadie votó.

Y esto sucede casi con todo. Porque la triste realidad es que la gente no contamina porque desee un mundo más contaminado, sino que lo hace porque no tiene alternativas más ecológicas. Las supuestas alternativas son significativamente más caras, por lo que no se pueden considerar alternativas reales para estas personas.

Además, puesto que hay una serie de objetivos relacionados con el desarrollo de los países más pobres y los políticos sólo saben hacer cumplir este tipo de objetivos a base de transferencias de renta, lo más probable es que los diferentes países occidentales tengan que destinar una parte de su PIB al desarrollo de los países más pobres. Es decir, que los pobres occidentales también verán cómo les aprietan las costuras por ese lado.

En resumen, la Agenda 2030 es un conjunto de políticas que se espera que todos los países apliquen y que pueden suponer un gran cambio en nuestro estilo de vida y en nuestra forma de enfrentarnos al día a día.

Sin duda, aplicar todo lo que en ella se plantea cambiará enormemente nuestra forma de vida. Así que conviene conocerla y tener claro si queremos ir en esa dirección o no. ¡Tenemos que ser ciudadanos informados!

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